lunes, 17 de noviembre de 2014

Vivir y sobrevivir en Sanlucar de Barradameda

Este articulo lo publique en el Blog las PatriOfertas, que en los próximo días va
a pasar a mejor vida y lo  he rescatado, el único articulo con trascendencia vital es este
publicado el día 18/08/13. Además en el futuro publicare algún articulo de consumo, 
que como sabéis siempre me gusta publicar.

Unos días en casa de Juanma y Aida en Sanlucar de Barrameda bastan para saber como subsisten familias enteras con una prestación de 400 euros. Afortunadamente no es su caso aunque lo fue cuando las cosas les iban chungas.

Ellos viven en una casa autoconstruida, a la manera antigua con motero de cal y lana de roca, que consigue que la casa transpire haciendola fresquita en verano y caliente en invierno. No tienen hipoteca, nunca la pidieron con poquito dinero y prestamos familiares, compraron un terreno que fue rustico y que ahora ya es urbano, con placas solares obtienen la energía eléctrica necesaria, el agua es el único servicio que pagan, aunque a tan solo cuatro metros podrían obtenerla de la tierra. En su jardín una pequeña parte esta dedicada a una huerta.


La solidaridad ejerce en la vida de la zona de forma importante. Existe según me cuenta Juamma una cadena de favores. El experto por su activismo en recursos administrativos, judiciales y laborales apoya a sus vecinos que devuelven el favor, ayudandole con el tejado de su vivienda que ha dado problemas con el asilamiento o le traen verduras y frutas. Un recurso ante el banco o ante la justicia le vale una reparación del coche. Cada uno contribuye en los que sabe y en lo que puede.


La desembocadura del rio Guadalquivir hace muy rica la tierra, con dos o tres cosechas anuales, surtiendo de productos de huerta y frutas extremadamente baratos y ricos. Así que con tener unos metros de campito se asegura provisión y sino se compra a unos precios que en Madrid consideriamos ridículos por ejemplo el melón a 25 céntimos el kilo o tomate pera a 20 céntimos Igual ocurre con los frutos del mar, con una caña se pescan todo tipo de pescados salvajes de sabor único, y con paciencia y riñones flexibles para agacharse, navajas, cangrejos y almejas. Y sino un paseo selectivo por el mercado de la Plaza de abastos lo encontramos a precios que en Madrid serian imposibles. Nosotros acudiendo un sábado de agosto lo encontramos barato , lubina salvaje a 7 euros el kilo, marrajo a 3, boquerones vivos a 4, pero me dice Juanma que en octubre cuesta dos o tres veces menos. Dan gana de venirse en octubre a disfrutar de pescado y marisco a precio de panga congelado.



Para los que en Madrid llegamos en números rojos a fin de mes, el pescado es un producto de lujo, que comemos siempre congelado o de piscifactoría, la carne de pollo, la picada industrial y las partes mas económicas del cerdo forman el todo de nuestra alimentación “barata” de sabor hormonado. Las frutas y verduras son todas iguales, visualmente perfectas pero carentes de sabor y sin dulzor o gusto alguno...por eso venir aquí y comer de aquí, donde un gazpacho sale muchísimo mas barato y sabroso hacerlo que comprarlo... es un lujo, que incluso en agosto sale rentable.

miércoles, 12 de noviembre de 2014

LIBROS, RECUERDOS Y OTRAS TERAPIAS NECESARIAS

Uno de los momentos que más me acuerdo de papa, es cuando reviso recuerdos, libros y trastos viejos. Hace poco desmantelando la buhardilla familiar y hoy sin ir más lejos los libros de la estantería del salón, bien sea para ordenarla bien sea para donarlos a una librería solidaria, este proceso y en general la remolición de recuerdos, me crea una catarsis necesaria, mientras decido que libros se quedan y cuales se van.
 Cada libro tiene una historia, una carga sentimental, más o menos profunda, marca un hito y algunos me parten el alma. Aprovecho la selección, como la de hoy, y hago catarsis, y reinicio el disco duro y también como ahora mismo repito el duelo, suelto algunas lágrimas y la tristeza me acampa y me remuevo por dentro...

  Separo los libros pendientes de leer, que nunca leeré, me regodeo en mi colección de Anaya juvenil, que se positivamente que, también, nunca leeré...
 Se quedan libros con dedicatoria o de significación profundisima, se van todos los demás y algunos también de estos últimos de los que me puedo desprender... 


Los libros como los recuerdos de infancia y adolescencia son objetos que nunca retomaremos pero que conservamos en algún lugar inexpulnable de nuestra casa, desterrados a algún trastero o en la casa de vacaciones familiar... sitios a los que nunca volvemos, únicamente para hacer una nueva selección de lo que nos quedamos y de lo que se va y solo nos acordamos y los vemos en ese momento de selección, porque si estuvieran más presentes en nuestra vida socavarían nuestra alma hasta dejarla hecha trizas....