viernes, 17 de noviembre de 2017

SI.....SE DICE: YES! (En memoria de PILI-PÉREZ)

Nos pasamos un tercio de nuestra vida adulta en el trabajo y las personas con las que allí nos relacionamos, queramos o no, forman parte de nuestra vida para lo bueno y para lo malo. Es una especie de familia impuesta que acaba siendo, en cierta manera, nuestra familia. Por eso cuando falta alguien más allá de una baja maternal, se instala en mi imaginario un pequeño vacío animico.

Este mes cumpliré seis años en la oficina judicial del Juzgado de Primera Instancia e Instrucción nº1 de Navalcarnero que, según nuestro letrado, se creó poco después de expulsar a los franceses del país y que por ser tan noble y antiguo, tiene una carga de trabajo más grande que su propia historia. Un día abarcó más territorios de los que pudiéramos pensar (todo el Oeste de la provincia desde Pozuelo a San Martín de Valdeiglesias, pasando por Móstoles). Aquí se instruyó, entre otros,  el caso de los marqueses de Urquijo, un duelo de Blasco Ibañez, incluso alguna fechoría de El Lute...

Nunca trabajé tanto ni tan intensamentamente como lo he hecho en esta oficina judicial.  El trabajo aquí es asfixiante, inabarcable, insufrible, adictivo….  La excesiva carga de trabajo (en este juzgado  por encima del 200%) algunas veces veces crea sinergias negativas, malos rollos y peores entendidos entre compañeros y/o superiores… En este agradable ambiente conocí a Pilar Pérez Jordán, Tramitadora Judicial y Administrativa del extinto cuerpo de Auxiliares de Justicia, de la que hoy quiero hablar y lo hago tristemente porque el día 30 de Octubre nos dejó para siempre, tras poco más de año y medio de padecer un tumor con muy mal pronóstico que se manifestó, para más INRI, tras la muerte de su hermano por la misma causa y que fue un mazazo demasiado grande para ella… Pero dejemos las palabras funestas para la negrura, que tanto odiaba PILI-PÉREZ, y vayamos a los recuerdos vivos que es como queremos recordarla.

Mi juzgado estaba (y aún está) dividido en 2 oficinas, siendo la distribución de funcionarios de una ilógica aplastante ya que en ambas había secciones de Civil y Penal. PILI-PEREZ (Diligencias Previas) estaba en mi oficina. Seis mesas en algo más de 20 metros cuadrados con 3 negociados civiles, 2 agentes y ocasionalmente un refuerzo del TSJ. En la otra oficina está la funcionaria decana de Navalcarnero, Mari José (Sumarios, Abreviados, Jurados, Monitorios, Conciliaciones y Leves), apoyada por la tercera funcionaria más antigua del juzgado, Carmen, y un  negociado civil.
Este singular desorden me permitió conocer más a PILI-PÉREZ que vivía 2 mesas a mi derecha y nunca olvidaré esa postura hierática, recta y esos dedos que se deslizaban con elegancia y agilidad sobre el teclado del PC, como si aún se tratara de su querida Olivetti que tenía sobre el armario de los abrigos, como veraz testigo de tiempos menos digitales. PILI-PÉREZ era una funcionaria de otra época como lo es Mari José. El padre de Pili fue Agente Judicial de este juzgado, uno de mis predecesores. Ella entró en el juzgado de funcionaria interina  y tras unos años se examinó de mecanografía como se hacía antes para trabajar en la administración. Cuando a Mari José, cumpla 70 años, la obligarán a jubilarse entonces terminará toda (otra) época para estos Juzgados...

Recuerdo con tristeza el día que sus hijos vinieron a retirar todas sus cosas del juzgado poco después de empezar su baja: su calefactor, su cajonera, las postales que procuradores, abogados, clientes y funcionarios le habíamos mandado desde nuestras vacaciones que formaban un mapamundi de destinos soñados y en cuyo triste vacio colgue un melancolico cuadro de Hopper Nighthawks ... Recuerdo especialmente de aquel día, las amargas lágrimas de Carmen. El retirar todo no presagiaba nada bueno.

Era una persona muy familiar, iba a comer casi todos los sábados a casa de su suegra en El Alamo, le gustaba cuidar a su marido Antonio y sus hijos, Marta y Gerardo. Me habló muchas veces de ellos y de unos sobrinos a los que quería mucho y que a su vez tenían hijos. La boda de Marta la vivimos con mucha intensidad y también me contó sobre su trabajo en BLANCO y el de Gerardo en el CORTE INGLÉS. En cierta manera me da mucha pena no haber vivido esas mismas conversaciones sobre su nieta, ya que cuando nació ya estaba de baja

Era una persona religiosa, de la cofradía de la Virgen de la Soledad. La pobre no pudo sacarla en procesión al menos dos años que yo recuerde por lluvias en Semana Santa. Más de una vez hablamos de religión, de la parroquia, y recuerdo que una vez le regalé unos rosarios, uno de ellos negro, que aceptó a regañadientes porque llevaba muy mal ese color, ya que desde muy niña la obligaron a vestir el luto por algún duelo, no recuerdo si de su padre, que murió joven o de su abuelo. El caso es que evitaba el negro y por eso le regale un ratón de color rosa que le hizo una gran ilusión, porque ya bastantes cosas había negras en la oficina, además de la carga de trabajo.

Le gustaba la música, sobre todo la de los 70. En las tardes de tramitación poníamos Queen, los Beatles, los Rolling, Los Brincos, Nino Bravo, The Village People, Abba, Michael Jackson y hasta Julio Iglesias… Le gustaba mucho el discotequeo de esa época y el supertrooper.

El mejor momento del día, según ella, era cuando su amiga Montse y sus compañeras del juzgado seis (nunca comprendí porque no se fue al seis; decía que estaba demasiado cerca, en la misma manzana, de su casa) la llamaban para desayunar sobre las once de la mañana (por favor nunca cuestionen el desayuno de los funcionarios de Justicia, es necesario para su salud mental). Y claro, los peores días eran los lunes, día de declaraciones de Previas, que a veces no la dejaban salir y entonces me pedía un sobrecito de descafeinado porque no se fiaba de la máquina de café, y lo acompañaba de unas galletas de canela que siempre tenía en la estantería junto a las pegatinas de "causa con preso".

Los viernes a las dos y media, las tres funcionarias más antiguas del Juzgado se iban a tomar el aperitivo a La Posada, el bar del hermano de Mari José, costumbre que seguramente antaño secundó buena parte del funcionariado pero que ya no se estila. Yo, algún juez  y algún que otro funcionario(Juan Carlos) nos hemos unido ocasionalmente a tal evento. Pili siempre pedía Coca-Cola y si era con patatas fritas, mejor (aperitivo que hacía muchas veces en el juzgado cuando algún día se quedaba más allá de su hora).

Le gustaba reírse. Le encantaba José Mota. Una de sus frases favoritas era la de "HOY NO, MAÑAAAAANA" y lo decía con ese marcado acento castellano que tienen aquí los del pueblo. Y su coletilla favorita era una que me explicó su origen pero que ya no recuerdo y que utilizaba para decir la palabra "sí", ella decía:…. ¡SE DICE: YEEEEES…! La última vez que la vi fue en la comida homenaje por la concesion de la Medalla del Mérito a la Justicia "Raimunda", la cual consiguió adelantar (y también promovió) nuestro Secretario Don Miguel Ángel Aguilar Ramírez y se me había ocurrido ponerme de pie y decir en alto: "¡PILI- PÉREZ, se dice YEEEEEES!"  No lo hice, es quizás por eso por lo que me redimo con estas líneas.

Heredé de PILI-PÉREZ, una Espatifilo, planta tropical parecida a la cala (que nunca ha vuelto a ser la misma),  su grapadora negra que tuneé en su honor con pegatinas de certificados para desposeer de su noctámbulo color que tanto odiaba Pili y una canción, Thank you for the Music (con la que cerrábamos las tardes de guardia que hacíamos juntos), una de sus canciones favoritas de Abba, pero no era tanto por su musicalidad como por su significado, “Gracias por la Música”, toda una declaración.

Y yo digo Thank you for the Pili Pérez....

Con Afecto
Patrick Narbona (Cpo. de Auxilio Jcial)