martes, 11 de octubre de 2022

MI ÚLTIMA ACAMPADA


Recuerdo la primera acampada de Sigler@s, allá por 2016, en el Parque Nacional de Cabañeros lo que ha llovido en el cole desde entonces, recién salidos de una crisis institucional que dejo el cole patas arriba. Esa acampada fue multitudinaria, había ganas de podernos encontrar en un escenario que no fuera de confrontación y tensión continua.

Por el camino nos hemos reencontrado con el colegio en la berrea de Cabañeros,  nos hemos sentido incluidos en el grupo a pesar del frio que pasamos en la Serranía de Cuenca, hemos tenido una experiencia memorable remado en los pantanos de Ávila, conquistado un Castillo-Vigia en los Montes de Toledo, suspendiendo esta última acampada en 2021 por alta incidencia de Covid…

La última acampada ha sido en un lugar que estando tan cerca nadie diría que estaría tan lejos en todos los sentidos. El Parque Natural del Hayedo de Tejera Negra enclavado en el Norte de la provincia de Guadalajara. A diferencia que nuestra primera acampada ha sido casi familiar, tan solo 7 familias, 23 personas conviviendo como una micro-cooperativa bienavenida, colaborando para cocinar tod@s juntos en una barbacoa llena de sonrisas y sabor, compartir el café recién hecho de una caravana con todo el campamento, y las plazas en los coches para bajar a la excursión, ayudándose a montar y desmotar el campamento, a recopilar niños que se han ido a jugar al futbol al pueblo…. A esa cooperación se ha unido la de Lucia Lopez Cobaleda   antigua alumna del Siglo y guía medioambiental en la zona, que además de enseñarnos mil cosas de la zona nos ha transmitido que otro tipo de vida más rural, más equilibrada más enraizada con la naturaleza es posible.

En realidad, las acampadas no han cambiado mucho, se hacen en septiembre y asiste muchas menos personas que a nuestro ya famoso albergue en Piedralaves. Dormir al Raso conlleva no solo un equipamiento especifico sino ganas e incomodidad por estar a ras de la naturaleza. Siendo con el ya tradicional Vivac de Sigler@s Montañer@s las actividades que más cerca nos enraízan a la terruca montañera.

Claramente los niños y las niñas son los grades beneficiarios de esta actividad donde CONVIVEn el espíritu de aventura y la adoración al bosque, a la montaña, a los ríos, a los árboles,  a los insectos, las flores, a la senda...

Esta ha sido mi última aventura al frente de mi tan querido Sigler@s Montañer@s han sido 7 años de verde y satisfacción, de sonrisas de los chavales y de interconexión comunitaria. Solo puedo estar agradecido a todas las personas y personitas que me han acompañado y han hecho posible este viaje que me ha sido tan imprescindible en mi vida adulta.

 

Muchas Gracias

Patrick Narbona Vargas

(Ex – guía de Sigleros Montañeros y papa del cole)

martes, 3 de mayo de 2022

Receta de Mayo: Pasta al Pesto

 

Los italianos que conozco y en concreto éste del libro insisten en que el pesto debe ser genovés, en concreto de la región de Liguria, no obstante, admite que de no ser posible vale cualquier otro.

En esta receta da la opción de utilizar las pastas al huevo, ya que, entre el queso y la mantequilla de la mezcla, se forma una base láctea que liga con esta pasta, sin embargo, las veces que he utilizado pasta al huevo, no me ha gustado la mezcla (queda demasiado grasienta). Yo os aconsejo espagueti.

La albahaca se puede encargar en el mercado y si tenemos que conseguir 60 gramos de hoja será mejor que sea así, ya que las macetas suelen traer menos peso. Únicamente utilizaremos hoja en perfectas condiciones. En España hay dos Albahacas, la ornamental que es de hoja pequeña y la de hoja grande que es nuestra protagonista.

Para hacer la gustosa crema lo mejor es utilizar el pequeño procesador o licuadora que viene como utensilio de la batidora.

Los Piñones, un alimento sin duda caro, se pueden sustituir por almendras peladas.


Ingredientes

·       pasta seca o casera: cintas al huevo,

                                         tallarines, spaguettini o espagueti

·       60 gr de hoja de albahaca fresca

·       2 cucharadas de piñones/almendra

                                 ·       2 dientes de ajo pelados                                                                (o menos dependiendo del picor que le queramos dar)

·       60 gr de queso parmesano rallado

        ·       2 cucharadas de otro queso rallado:                                         aconseja pecorino romano

·       45 grs de mantequilla ablandada a temperatura ambiente

·       120 ml de aceite de oliva virgen extra

Preparación

1.    Poner las hojas, el aceite, los piñones, el ajo y una cucharita de sal en el procesador y licuar hasta que quede una crema

  •  La salsa se puede preparar hasta este punto y refrigerar, incluso congelar, cubriendo los bordes de aceite para que no se oxide la albahaca y se vuelva negra. 

2.    Pasar la mezcla a una fuente y mezclar con los dos tipos de queso. Como aportación personal: si queremos darle una textura más cremosa a la salsa añadiremos el queso a la procesadora. Así evitaremos su rallado, simplificando la receta

3.    Cuando la pasta este al-dente, colar y mezclar con la salsa, 2 cucharadas de agua caliente y la mantequilla.

4.  SERVIR-DE-INMEDIATO

 

viernes, 29 de abril de 2022

PANTANOFILIA

Uno de nuestros más significativos y más comunes accidentes geográficos es el Pantano. A nosotros, los españoles, nos encantaría tener grandes lagos naturales donde el abundante agua fluyera y no se estancará creando charcos ponzoñosos, pero este es en buena parte un país de meseta y no la idílica, verde y acuosa suiza. Es recomendable visitar una vez en la vida nuestros pequeños y montañosos lagos (Covadonga, Somiedo, Aigües Tortes y Fuentes Carrionas) porque su belleza, aunque sea de alta montaña, nos trasporta a lugares idílicos. 

 

Nosotros tenemos, en buena cantidad pantanos y en buena parte se lo debemos a un señor bajito que gobernó con mano férrea.  Surgieron de la necesidad histórica de almacenar agua para regar los campos y abastecer las ciudades, pero sobre todo de la necesidad de producir energía eléctrica para un país y en un momento que necesita de ella para desarrollarse. La pertinaz sequía se secó a base de pantanos y el pertinaz subdesarrollo se desarrolló a base de la electricidad que producían aquellos.

 

Rodro y Mario sobre un embarcadero en el Embalse de Aguilar de Campo (vacaciones verano 2015)

 

Nunca percibí los pantanos como suministradores de agua y/o electricidad. Y gracias a Dios, tampoco los viví desde el punto de vista del desgraciado labrador que vio su pueblo, sus tierras, su vida inundada para que el progreso llegara al país. (leer Distintas formas de ver el Agua de Julio Llamazares


Yo, que nací en el año 1973, he disfrutado del pantano de forma muy distinta, más bien como un centro de ocio, cuando aún no existían los centros comerciales, de un pedazo de mar en la meseta castellana cuando aún no había posibilidad ni dinero para viajar a la playa con la frecuencia y rapidez de hoy en día.

Antiguo Pueblo Sumergido de San Andres, los niños corren entre las ruinas del pueblo parcialmente decubierto por la Sequia. En el primer plano Trufa.

 

 

Pantanos memorables en mi vida, fueron dos relacionados con casas de vacaciones familiares. Uno en Sacedón, en la provincia de Guadalajara y otro en Villaviciosa de Córdoba

En el de Entrepeñas, en plena Alcarria, mis abuelos paternos tenían una chalet (del que por herencia recibí un 12% que nunca pude disfrutar) y donde, próximo a Madrid, se practicaban todo tipo de deportes acuáticos, como el windsurf, esquí acuático, vela... Recuerdo vagamente paseos y baños en la orilla, pelotas y colchonetas hinchables de ese material verde teloso que desapareció hace tiempo, barbacoas y un perro negro nadando, Atila, creo que se llamaba.... cerca había un club náutico, Las Anclas, incluso una urbanización, del mismo nombre, que en medio de la Alcarria contaba con 6 pisos de altura y vistas al pantano...

El Otro, el de Puentenuevo en Villaviciosa, muy cerca de donde mis abuelos poseían un trocito de cortijo, lo disfrute menos, solo recuerdo la parte de Camping (construido en el antiguo poblado donde los obreros vivieron mientras se construía la presa) y el desasosiego que me producía el saber que debajo de dicho pantano había enterrada una antigua estación-apeadero del tren. Cuando íbamos a bañarnos a esa zona, con una mezcla de terror y curiosidad histórica, caminábamos como Cristo por encima del agua, hasta bien entrado la mitad del pantano, con el agua por las rodillas, expectantes a cada paso, ya que el puente que no veíamos bajo nuestros pies tenía agujeros, trozos rotos que te hundían en el ponzoñal. Una vez qué llegábamos a un torreón visible rodeado de agua, donde en los años cuarenta estuvo la estación, subíamos por el tejado para imaginar el paisaje antes del pantano

 

 Todos los pantanos con los que me he cruzado en mi vida los he tendido a comparar con estos dos, pero cada pantano me aporta cosas nuevas y cosas vividas, los ausculto, buscando vestigios turísticos, detalles en una especie de prospección arqueológica de tiempos recientes.

 

Embalse de Cervera del Pisuerga, con el Parador en el Horizonte

 

  Es curioso y hasta melancólico y posindustrial cruzarse con los pantanos hoy en día, incluso vacacionar en ellos. Los pantanos tienen algo de rancio abolengo y al mismo tiempo de chabacanería y cutrerío. Son playas del quiero y no puedo y sin embargo fueron una forma de vida y ocio, que si lo pensamos fríamente puede compararse con cualquier playa, salvo que lo que siente uno al meter los pies es más parecido a un barrizal que a una arena lisa y la orilla más incomoda y abrupta, casi inexistencia de chiringuitos y de las características olas. Y sin embargo tiene unos atractivos que la playa no tendría, entre las más apreciadas: no hay bandera que te impida el baño, tienen sombrillas hechas de árbol, la distancia con la siguiente bañista eterna, un paisaje que no es solo mar y un sabor que no es todo sal. A algunos incluso, en ese quiero y no puedo, se les construyeron playas con arena y todo, chiringuito, red de vóley, cuartos de baño y hasta duchas.

 

En fin, los pantanos, hoy en día denostados, apartados y subyugados a vacaciones en el interior, han perdido pujanza puesto que hoy las autopistas surcan la península sin bajar de 120  km/h (como antes lo hacia una ardilla  sin tocar suelo), para llevarnos a mil y una playas de lujosa arena y sabor genuino y sin embargo, cuando veraneo en el interior o finisemaneo, busco como un antropólogo posmoderno la decadencia del pantano, sus infraestructuras ajadas, sus clubs náuticos muertos, su urbanizaciones pasadas de moda, sus zonas de baño con sus caducas infraestructuras, sus presas marchitas (hoy solo miradores empobrecidos), los poblados abandonados donde habitaron sus constructores, las oxidadas placas inaugurales, la piedra esculpida con el yugo y la flecha , sus pinos de repoblación perfectamente alineados.... Lo busco como anhelando, en el fondo de mi alma, que vuelva su época de esplendor o retorne mi infancia ya olvidada.

 

                                    Canduela, montaña palentina, tierra de muchos pantanos. Agosto 2015

                                  




martes, 29 de marzo de 2022

LOS QUE NOS QUEDAMOS ATRAS. Crónica de un traslado desde las familias que no quisieron o no pudieron cambiarse al nuevo Colegio Siglo XXI (1983-1985)

Si no lo podeis ver entero, abrirlo desde smartphone

 

Este artículo, se ha escrito para formar parte del libro:   Cincuenta años educando en cooperativa,que el Colegio Siglo XXI ha editado coincidiendo con su 50 aniversario. 

Quiero agradecer a mi querido colegio la oportunidad que me ha dado al poder escribir sobre parte de su historia.

 

LOS QUE DEJAMOS ATRAS

por Patrick Narbona (antiguo alumno del nuevo Siglo XXI y actual cooperativista)