La subida al Alto de Palo a poco menos de 1200 metros es probable que sea lo más montañoso y agreste de todo el Camino de Santiago. La etapa marca desde Pola de Allande a Berduceo y visto la documental no hemos sido los unicos en proponer esta etapa. Sea por esa potente subida de más de 700 metros al Palo, sea por la prolongada y más suave bajada a Berduceo, sea por el calor, ya que al día siguiente de nuestro ascenso hay anunciada ola de calor… El caso es que la etapa que afrontamos aquel sábado 10 de agosto del 2024 quedará en nuestro recuerdo del camino. La etapa puede que sea un castigo para los que eligen no adentrarse en la todavía más dura Ruta de los Hospitales (antiguos albergues de peregrinos, hoy en ruinas o desaparecidos) y que recorre la cuerda de aquellas sierras para hacer el recorrido entre Borres y Berduceo. Tanto los que salen de la Pola como los hospitalarios unen sus caminos en el Alto del Palo y les espera en verano una ruta de descenso de algo más de 7 kilometros sin una sola fuente de agua. Esta es la historia de un ascenso y descenso sin el preciado liquido.
En la vertiente noroeste de la montaña, el agua es abundante en arroyos y fuentes no potabilizadas, pero si queremos agua potable tendremos que llenar nuestras cantimploras en Allande. El último reducto de agua lo encontramos en el último trecho de subida a el palo, un abrevadero de vacas, cuya fuente sale de la roca madre, en agosto, gotea a un ritmo de 2 gotas por segundo.
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Diego y Mario llegan los primeros al Alto del Palo |
Tras pasar el Palo, la ruta para llegar a Berduceo atraviesa dos pueblos. El segundo Lago, en el que a pesar de su acuático nombre su fuente permanece seca y el protagonista de esta historia, Montefurado. Este pueblo cuyo nombre tiene mucho que ver con la forma de extracción del oro que los romanos hicieron por estas tierras, se divisa desde el puerto y se trata del típico pueblo de arquitectura negra de alta montaña siendo el más alto de la región. Aunque no es más que una aldea compuesta por no más de 3 o 4 casas que quedan a la derecha del camino en una de las cuerdas que dividen el valle. Se desciende desde el Palo y el camino toma la intención de atravesarlo, se divisa bonito, estrecho, largo pero pequeño…recuerda salvando las distancias de materiales y tiempo a un pueblo del oeste, salvo que aquí a un lado hay casas y en otro un prado. La primera construcción es una capillita encalada en blanco y de techo en pizarra, como no, dedicada al Santo patrón del camino. He leído que el último hospital de la cuerda, se hallaba aquí.
En la primera construcción, un establo con un cerco de piedra como los que hace Mohamed allá por Alla-nde (valga la redundancia) protagonista de otra historia de esta trilogía, tres chicas peregrinas y belgas se afan en recopilar agua de un depósito plástico, que nosotros ni consideramos por pensar que se trata de agua para consumo animal. Avanzamos un poco más y nos refugiamos en lo que parece ser un establo con una vieja y enorme puerta de madera que arroja algo de sombra.
María, compañera peregrina rescata 2 cantimploras vacías y divisa un caño que a modo de fuente pública sale de la pared de una de las casas y vierte sobre un pilón rectangular, pequeño como esta aldea. En ese momento de la casa de enfrente sale un paisano de cerca de 80 años con ropas rústicas y me fijo que descalzo, en calcetines... nos dice que nos encontramos en su propiedad. Decimos de ponernos en otro lado, que no queremos molestar, pero que pensabamos que era parte de la calle o servidumbre que sin distinción de cercas ni vallas atraviesa todo el pueblo. Con boca pequeña nos dice que si solo somos nosotros no hay problema. Preguntado por la fuente, dice que no la hay y que no la cojamos de ese caño. Acto seguido grito a Maria para que no coja agua. Nos cuenta que los vecinos tienen que traerla ellos, mediante obra canalizada de la montaña, obra civil que costean ellos. Le preguntamos dónde acaba su propiedad pero dice poseer todo lo que abarca la vista hasta los molinos de la gran montaña que se divisa enfrente, aunque luego se corrige y dice que es propiedad comunal, como si de un monte vecinal se tratará.
Puestos a respetar la propiedad privada y también la escasez de agua abandonamos el suelo del rellano de su establo, aunque según lo dicho abarca toda la extensión de nuestra vista pero pasado el pueblo nos detenemos en un bosquecillo donde también se paran a nuestro lado Noe y Maria, protagonistas de una de las historias de las tres de esta serie.
El siguiente pueblo Lago tampoco tiene ni una gota, pero aquí si encontramos caridad peregrina en un casa ajardinada con geranios a pie de carretera… Por fin, después de cuatro kilómetros más de un monótono paisaje de pino de repoblación y helecho llegamos a Berduceo, final de nuestra etapa.
Allí me bebo un tercio de cerveza sin alcohol de tercio como si fuera agua, otro de Estrella Galicia Roja este con moderación alcohólica, luego para continuar media gaseosa que le ha sobrado a mi hijo Mario. Gases suficientes para perder el apetito de la generosa y apetitosa cena que con amor y generosidad cocinan Milagros y Florin voluntarios en nuestro Albergue Donativo Polagrino.
Con tanto bebercio a la espera de Maca, mi mujer, nos recoja con el coche de apoyo, el camarero curioso por tan ardiente sed nos pregunta por la etapa. Le contamos la anécdota del paisano de Montefurado. Nos cuenta que ese tipo es multimillonario, que recibió una indemnización de 80 millones de euros cuando el Estado expropió ilegalmente la cima de los montes para colocar unos molinos para producir energía eólica. Debe referirse a ese monte vecinal que coronaban los molinos que era de la propiedad del paisano montañés ( y según el del resto de sus vecinos).
Ahora, ya en Madrid, cuando me documento para escribir esta historia no encuentro nada sobre la multimillonaria indemnización, lo que sí encuentro es que Montefurado es uno de los 2000 lugares de esta España nuestra conocidos como núcleos de población unipersonal . Es decir, que aquel paisano que nos recibió en calcetines de rombos era el único vecino del pueblo como lo atestigua este artículo de la Nueva España, un periodico regional de la comunidad autónoma donde entrevista a este y otros paisanos que quedaron solos en la Asturias vaciada
En la cómoda subida que hacemos al Palo, esta vez en coche con aire acondicionado, reflexionamos sobre la negativa del paisano multimillonario a negarnos el agua y nos dan ganas de parar a pie de pueblo para recargar las cantimploras con el agua del hombre de los 80 millones.
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María y Patrick extenuados y deshidratados en la bajada del Palo |
Os dejo aquí una reflexión más personal de María sobre el camino, gracias amiga por cederla y completar asi esta trilogía
https://espagnaplural.blogspot.com/2024/08/adolescentes-y-camino-no-son-antonimos.html