miércoles, 9 de diciembre de 2009

EL DIA QUE CAYO EL MURO


Casi con seguridad puedo decir que estaba patinando, que es en lo que sublimé los instintos destructivos de la “aborrescencia”. Aquel 9 de Noviembre de 1989 era festivo, en Madrid, la Almudena, probablemente chispeaba y el suelo estaba mojado, lo cual no era impedimento para cabalgar la ciudad a lomo de mis patines.

Por aquel entonces yo tenia 16 años. Cursaba, sin mucho éxito, mi primer tercero de BUP. Me había pasado un verano de aupa en un colegio interno en la sierra de Madrid y a duras penas había sacado 2 de las 4 asignaturas que había suspendido para septiembre. Recuerdo con simpatía que la única pareja de pupitre mixta de toda la clase era la que formábamos JuliaSánchez Cerezo y yo (el principio de lo que sería una gran amistad). Además del patinaje me había dado al Rock&Roll, tenia la identidad algo trastocada como todo buen adolescente y un tupe que desafía un tanto la fuerza de la gravedad.











"FOTOS PARA OLVIDAR DE ADOLESCENTE Y APUNTANDOME A LA BATMANIA"


He leído el Diario que escribía en aquel momento y no hay anotación ninguna a la CAIDA DEL MURO, y sí muchas, demasiadas, todas, al amor, a las chicas, al enamorarse, al sexo con amor, a tener una chica, al patinaje, a salir con chicas y al Rock&Roll . Supongo que era lo que me fascinaba. Sin embargo sí tengo recuerdos más infantiles sobre el bloque soviético que pululan por mi mente, estos son los que he podido rescatar entre la neblina de la memoria, me voy haciendo viejo.

El más antiguo recuerdo, hacia finales de los años setenta, se lo debo a DAVID BLASCO, que fue mi mejor amigo de los primeros años de la EGB. La mama de David había contraído nupcias con el propietario del colegio, y el chico y su hermano Cesar tenían dinero a espuertas. En el patio del colegio, un antiguo chalet de la colonia del Viso, cuando hablábamos sobre la “inminente” 3ª Guerra Mundial, él mismo se excluía de la hecatombe atómica, porque en el momento que las superpotencias lanzaran su ataque nuclear, ellos estarían en el aire en una avión rumbo a no se muy bien qué sitio librándose de la abrasiva y mortal devastación. Un recuerdo que te posicionaba en la escala social y por tanto te excluía de la supervivencia.

Un recuerdo constante a lo largo de todos estos años fue que mi padre y muchos sus amigos que, en oposición a Franco, habían idealizado el comunismo como una forma de vida mas digna, libre y justa y siempre contaban que en los países soviéticos no había pobres y todos los niños iban al colegio y todo el mundo tenia trabajo. Y muchos de nosotros acudíamos a todo tipo de manifestaciones políticas y siempre a la fiesta del PCE, donde puño en alto entonábamos la Internacional cuya letra aún hoy me pone la carne de gallina.

JORGE CRACINESCU, era un compañero de colegio rumano, cuyas padres eran refugiados de la política, tenia un tic que le hacia girar el cuello cada 10 segundos y guiñar los ojos. Era un chico superinteligente, que nos contaba que en Rumania había una policía secreta que te detenía en la cola de la panadería después de incitarte a hablar mal del presidente Ceaucescu.

Así, poco a poco, nos dimos cuanta de que había dos mundos: el socialista y el capitalista, y que el enemigo era el comunismo al que combatía James Bond en todas sus películas. Y sin embargo el osito Misha nos unió, aunque para nosotros no era más que el divertimento de sábados y domingos, en una cita la de las 3 que no nos perdíamos.

Mi memoria no da para más eventos y aunque he preguntado a amigos y conocidos por esta “bipolaridad” mundial y sus recuerdos no he obtenido gran cosa. Releyendo mi diario me he dado cuenta que los acontecimientos políticos poco me importaban en mi vida adolescente, a mi lo que me interesaba era tener una novia, estar enamorado, buscar sexo con amor, patinar y vivir Rock&Roll, todo lo demás, incluso la caída del muro me importaba un rábano.

Caiga lo que caiga.


7 comentarios:

  1. Fíjate Patric, que tiendo a mantener una relación de amor odio con el pasado bastante importante, pero a pesar de eso me apetece mucho, no sé por qué -quizá porque llevo alguna cerveza de más y hoy todo me recuerda a Cuba-, responder a este correo, y contar algunas cosillas que quizá, por pereza, por falta de confianza (esto suena fatal, ya lo sé, pero no es tan malo como aparenta), o simplemente por no encontrar el espacio adecuado, hoy quiero contar. ¿Dónde estaba yo cuando cayó el muro de Berlín? Pues no sabría decirlo con certeza, aunque probablemente en casa, con seis añitos, peléandome con mi insoportable hermano menor y librando la eterna batalla de todos los hermanos por el afecto de nuestros padres. Celos, berrinches infantiles, peleas constantes, y mi super abuela poniéndonos a todos más tiezos que una vela, qué pa´eso tiene sangre española, que para mandar y ser obedecida no tiene precio la mujer, aunque te lanzaba un plato por la cabeza con todo el amor del mundo. De sobra está decir que yo la adoro, y que con los años me voy pareciendo más a ella (aunque el lanzamiento de objetos voladores no sea mi fuerte, por suerte, para los demás, he encontrado métodos más sutiles). El caso es que estábamos así, como una familia cubana normal, de finales de los ochenta. Padres profesionales con madre super culta y padre mega práctico (lo que de toda la vida ha significado "el que lleva el grueso del sustento a casa", pues ya sabemos a donde conduce, en la mayoría de los casos, la sapienza). Sobraba el dinero en mi casa, y sobraban muchas cosas más que poco tiempo después serían sólo un bonito, y demasiado lejano, recuerdo de una infancia que pasó más deprisa de lo que sería adecuado desear. Y así seguíamos, fieles hijos del CAME (que creo recordar que no era otra cosa que la agrupación económica de países del bloque socialista, entre los cuales Cuba realizaba el mayor (y único) aporte de exóticas frutas tropicales, ron y habanos, a cambio de toneladas desmedidas de petróleo y todo tipo de artículos de primera y, de última, necesidad). Felices, despreocupados, ajenos a cualquier otra realidad cualquiera que esa fuese, prósperos, inocentes; así nos sorprendió la caída del muro de Berlín. Y uso el término sorpresa, ojo, porque ningún otro puede calificar con tanta presición lo que significó semejante acontecimiento para el contexto cubano. Sinceramente, no sabría decir muy bien qué pasó por la cabeza de mis padres ante tamaña noticia. Escuchaba los comentarios (casi un murmullo), sin comprender. Observaba los rostros amados de mis padres, confusos, cuasi alucinados, intrigados y, tal vez, pero no podría decirlo con seguridad, emocionados en algún sentido, pero no en el sentido que puede imaginar un europeo actual, sino en esa dimensión sólo comprensible para todo aquel que haya nacido en una isla, con la maldita circunstancia del agua por todas partes, con la maldita (o bendita, según sea el caso) posibilidad de recrear un mundo totalmente propio en medio del maremagnum de realidades ajenas. En cierto sentido, y con la visión que suelen darle los años a algunos (desgraciadamente a muy pocos, porque el sentido de la historia no es algo inherente a la especie humana), trato de revivir ese momento, y por más que lo intento, no logro desentrañar señal alguna del verdadero suplicio por el cual pocos meses después tuvo que atravesar mi familia y un país entero, 11 milones de personas pendientes de las fases más primitivas de la supervivencia humana. (SIGUE EN EL SIGUIENTE)KATY

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  2. Años después, en el Berlín del 2009, la visión utópica de un muro que cae, de un pasado que se desmorona, se agrieta, se hace añicos, no deja de emocionarme; pero tampoco me hace olvidar que alguna vez, en algún lugar del mundo, por muy insignificante que ese lugar pueda parecer bajo la luz del presente "triunfante", la caída significó algo más que el declive irreversible de todos los sueños. Desesperanza, frustración, alienación, vidas lanzadas al cambio impredecible e irrefrenable del tiempo. Mutismo, olvido, devenir, fin de todo lo conocido y la extrema necesidad de reconocernos en algo, en alguien, conservando algún rastro de dignidad o, al menos, si no era mucho pedir, conservando algún rastro de esperanza. Para la mayoría de la gente la caída del muro simbolizó la libertad alcanzada, para algunos pocos, sin embargo, supuso el fin de todo aquello que había sido el pilar fundamental de su vida. Aquí lo dejo, porque creo que comienzo a desvariar. Espero que esto sirva para mostrar otra visión del asunto que tanto nos ocupa en estos últimos tiempos. No es mejor ni peor, simplemente es diferente.

    Un beso grande para Maca y los niños, ya sabes que los aprecio mucho a todos

    katherine pérez domínguez

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  3. ANELKA ANELKA ANELKA10 de diciembre de 2009, 16:19

    Amor propio. Eso se llama amor propio.

    Todos nos hemos comido nuestras ilusiones. Nadie se muere (a Dios gracias) pensando lo que pensaba cuando tenía 18 años.

    ¿Y...?

    ¿Y qué?

    Pero, en mi opinión, cada paso que doy en el sentido que sea (y siempre es en el sentido en que se está creando la estructura de pensamiento con la que palmaré), es un triunfo.

    No miro con añoranza lo que abandoné, lo miro con odio. "¿Pero, qué hice para merecer estar equivocado".

    ¿Qué pensarías de un nazi que te dijese algo así como : "no, no, si yo ya sé que aquello no estuvo bien, pero tengo cierta añoranza...?

    Lo siento Patri pero así no se avanza. Comprendo que los hijos de mala madre de los políticos os hayan hecho creer a tí y a tu entorno cercano que la fiesta del PC en la Casa de Campo era mejor que la Demostración Sindical que se hacía el 1º de Mayo en el Bernabeu, pero una vez que sabes ya que el Muro no era para que no les invadiesen sino para evitar que la gente se escapase, deberías pensar (ya que no actuar) en consecuencia.

    Fíjate. Entiendo que para ciertas personas, así, sobre la marcha, sea dolorosa la desaparición de aquello que, según palabras de Katherine, "SUPUSO EL FIN DE TODO AQUELLO QUE HABÍA SIDO EL PILAR FUNDAMENTAL DE SU VIDA".

    Pero eso sería sobre la marcha. Porque ahora, diez años después, sabemos que aquel pilar estaba carcomido y se sostenía en pie exclusivamente por la popaganda de los políticos (ya me dirás, si no, por qué no te mirabas en tu amigo rumano),

    Por ello, creo que lo que ocurrió entonces no tiene mayor comentario ahora. Con permiso de Katherine, ahora que han pasado los años, "aggiornero" su frase añadiéndola una sola palabra.
    "SUPUSO EL GOZOSO FIN DE TODO AQUELLO QUE HABÍA SIDO EL PILAR FUNDAMENTAL DE SU VIDA".

    No es que quiera dar lecciones a nadie, pro te voy a decir cómo pienso yo respecto a estas cosas.

    Casi nunca me arrepiento de lo que hice pero, si cambié mi derrotero a mitad del viaje y he llegado a puerto con éxito, no sólo no me arrepiento del cambio de rumbo, sino que me alegro y, es más, si siento algo es no haber cambiado antes.

    Yo no recuerdo dónde estaba aquel día. Pero no tuve vuestros problemas. Demasiado tenía con llegar con cinco duros a final de mes pra mí mi mujer y mis 2 hijos.

    Anelka anelka anelka anelka.

    NOTA: Yo fui elegido democráticamente Delegado de Curso en la facultad de Económicas a finales de los 60 en representación de la FUDE (Federación Universitaria Democrática Española),con mi correspondiente ficha naranja en la Brigada Político Social. Yo no tuve que esperar a la Caída del Muro. La invasión soviética de Checoslovaquia (verano del 68)derribó de una patada mi pilar al año siguiente.

    Cambié de rumbo entonces (y hoy me alegro).

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  4. Hola anelka, creo que a la luz de tu comentario (a mi comentario), debo precisar algunas cosillas que al parecer, y seguramente por error totalmente mío (mea culpa) no te quedaron muy claras. En primer lugar, es difícil que con seis años se pueda tener algún tipo de pensamiento o ideología política coherente más allá de las preocupaciones habituales sobre el osito de peluche nuevo. Por lo tanto, la primera precisión es esa, no sigo pensando lo que pensaba con tenía seis años porque, sencillamente, no pensaba nada, sólo tenía impresiones fugaces y miles de sensaciones que en el mundo infantil se convierten en una especie de sexto sentido. En segundo lugar, cuando quizá un tanto poéticamente me refería a "la desaparición del pilar fundamental de su vida", me estaba refiriendo, para decirlo en términos bastante vulgares, a que el fin del bloque socialista significó para Cuba el inicio de lo que quizá conozcas como "Período Especial", y que no es otra cosa que 20 años de total desamparo y unas condiciones de vida que para vuestro pensamiento actual rayan en la miseria. Así que puedes creerme, no miro el pasado con nostalgia ni nada parecido, nunca se tiene nostalgia del hambre. Con esto preciso que esa desaparición a la que ambos hacemos referencia no fue entonces para nosotros "dolorosa" en sentido metafísico o idealista, fue más bien dolorosa en un sentido muy real y palpable cada día en nuestras vidas cotidianas. Que 20 años después, y ante un jugoso filete de ternera, podamos mirar el pasado y valorar con total objetividad el significado del hecho en cuestión no te lo discute nadie, pero yo no hablaba de mi valoración actual, sino de la que se hace sobre el terreno de una crisis económica y social muy grave, de la que aún no se ha salido. Que todo el mundo sobre el cual habíamos apoyado nuestras esperanzas era ficticio, poco más que una ilusión errada, ¿quién sería capaz de negarlo? Pero qué mundo no lo es, no hay nada más ficticio e irreal que el capitalismo o la democracia, y sólo hay que esperar a una de estas famosas crisis (esta no es ni la primera ni será la última) para que este hecho quede sobradamente desmostrado. Así que creo que todo se puede resumir en una frase que, dicha con otras palabras por el mismo Marx, más o menos viene a indicar que el hombre piensa como come, y esto lo agrego yo, el hombre es poco más que un gran estómago (o visto de otra forma como una gran ucha), y su pensamiento está condicionado por por lo medio vacío o medio lleno que la ucha/estómago esté en cada momento de su vida. Y de esto no se escapan ni mis padres ni nadie en este mundo, porque el hambre nunca será gozosa en ningún sentido. Para rematar, que sepas que jamás asisto a las celebraciones de ningún partido político o sindicato a no ser que haya un concierto gratuito o me pueda emborrachar, siempre gratuitamente, a la salud de lo único que para mí tiene alguna certeza en esta vida: mi familia y mis amigos. Del resto, pues aprovechándome como todos, cuando se puede, tal y como hacen con nosotros cada día. Sin más, Katherine

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  5. Buena respuesta, Katherine; de verdad.

    De todas formas, aunque sólo sea para meterte un poco el dedo en el ojo, te pongo como única pega que la frase "el hombre piensa como come" está incorrectamente analizada por tu parte.

    La frasecita, de límites bastante borrosos, salió del cacumen de Luis Feuerbach; un "predecesor" de algunas áreas del pensamiento de Marx.

    Y contiene una diferencia más que de matiz con la por ti escrita. La frase correcta dice "el hombre es como come". No piensa; ES.

    La cierto es que "tu" frase es mucho más rica en posibilidades que la de Feuerbach, porque él se refería a la comida como calidad del alimento. Es decir, que abogaba por una mejora en la alimentación mundial porque ello llevaría a una mejora del hombre (eso lo dice cualquiera ¿verdad?)

    Lo creativo sería discutir sobre si lo que comes te hace pensar de determinada manera o, dicho de otra forma, si hay angulófagos de izquierdas y devoradores de bocata de caballa con pimientos de izquierdas.

    Mejor tu frase.

    Gracias.

    Anelka Anelka Anelka Anelka

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  6. Perdóname Katherine.

    He encontrado la frase original de Feuerbach:

    "Der Mensch ist, was er isst"

    Aunque no sé alemán (todavía), el "ist" parece bastante explícito.

    Anelk Anelk Anelk Anelk

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  7. NOTAS DEL AUTOR

    A raíz de este artículo contacte a través del Facebook con David Blasco, cuya amistad sentí mucho perder después de la expulsión del colegio los sauces. El me ha comentado que no se acuerda de lo de la bomba nuclear y que no es oro todo lo que parece, respecto a su supuesta riqueza. David en aquella época era mas bajito que yo, era un niño simpático, abierto y buena persona, con él uno se sentía, creo recordar, muy bien. Cesar su hermano era rebelde pero noble como no he conocido a nadie.
    Con esta nota quiero disculpar mis recuerdos un tanto prejuiciosos y agradecerle que haya entrado de nuevo en mi vida.

    GRACIAS

    PATRICK

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